lunes, 16 de diciembre de 2013

Escenas y Diálogos #15 (Parte I)

Hola a todos :) venía queriendo escribir este Escenas y Diálogos desde hace bastante pero no me había dado el tiempo. El libro del cual lo voy a hacer es uno de los clásicos que más me han gustado y tiene muchas frases que me parecieron interesantes. Se trata de...





Los Miserables de Victor Hugo


Jean era, como hemos dicho, un ignorante; pero no era un imbécil.
(Página 44)


La excarcelación no es la libertad. Se acaba el presidio, pero no la condena.
(Página 51)


La dicha suprema de la vida es la convicción de que somos amados, amados por nosotros mismos, mejor dicho amados a pesar de nosotros.
(Página 88)


Ciertas personas son malas unicamente por necesidad de hablar. Su palabra necesita mucho combustible y el combustible es el prójimo.
(Página 97)


(...) Levantó la cabeza con una expresión de autoridad soberana; expresión tanto más terrible cuanto más baja es la autoridad, feroz en la bestia salvaje, atroz en el hombre que no es nada.
(Página 107)


En vano tallamos lo mejor posible ese tronco misterioso que es nuestra vida; la veta negra del destino aparecerá siempre.
(Página 112)


Examinó su situación y le pareció inaudita. Sintió un temor casi inexplicable, y echó cerrojo a la puerta, como si temiera que entrara algo. Después apagó la luz. Le estorbaba; creía que podrían verlo.
Pero lo que quería que no entrara, ya había entrado, lo que quería cegar, lo miraba fijamente: Su conciencia.
(Página 123)


(...) Teódulo era el favorito de la tía Gillenormand, que tal vez lo prefería porque no lo veía casi nunca. No ver a las personas es cosa que permite suponer en ellas todas las perfecciones.
(Página 270)


(...) Pero Marius se equivocaba al juzgar el corazón del anciano. Creía que su abuelo no lo había querido nunca y que ese hombre duro y burlón, que juraba, gritaba, tronaba y levantaba el bastón, no había tenido para el más que ese afecto ligero y severo típico de las comedias de Vaudeville. Marius se engañaba. Hay padres que no quieren a sus hijos, pero no hay un solo abuelo que no adore a su nieto.
(Página 298)


Comiendo se abre el apetito, y en amor sucede lo que en la mesa. Saber que ella se llamaba Ursula era mucho y era poco. Marius en tres o cuatro semanas devoró aquella felicidad; deseó otra, y quiso saber donde vivía.
(Página 311)


Sigue en la siguiente entrada :) que tengan un lindo día!

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