domingo, 30 de junio de 2013

Escenas y Diálogos #10 (Parte 2)

Aquí viene la segunda parte del Escenas y Diálogos anterior. Tuve que dividirlo porque en total saqué 19 fragmentos y ponerlos todos dentro de la misma entrada podía resultar caótico tanto para mi como para quienes la leyeran. En fin, espero que les guste :)





Cuando Dios era un conejo de Sarah Winman


(...) "Los recuerdos -me dijo-, por muy pequeños o triviales que sean, constituyen las páginas que nos define."
(Nancy a Elly, página 148)


(...) Me pregunté en cuanto lo valorarían sus secuestradores; en cuanto me valoraban a mi mis padres, y me pregunte si el valor estaba relacionado con cualidades como la bondad, la utilidad o el hecho de ayudar a personas menos afortunadas. Pensé que, probablemente, yo era más valiosa cuando era más pequeña.
(Elly, página 155)


-Yo también soy diferente -declaró Arthur.
-Lo se, pero tu te sientes bien por el hecho de ser diferente. -Me incliné por la borda y dejé que mi mano surcara las frías aguas-. Yo soy impopular y eso duele -añadí.
-La popularidad, querida, está tan sobrevalorada como un miembro grande -declaró Arthur mirando hacia la distancia, perdido en uno de sus mundos clandestinos.
-¿Que miembro? -pregunté confusa.
-¿Cuantos años tienes?
-Casi doce.
-Nunca dejes de jugar, Elly -declaró él mientras se secaba las manos en un pañuelo blanco y almidonado que había planchado la noche anterior-. Nunca dejes de jugar.
(Elly y Arthur, página 167)


-¿Tú crees en Dios, Arthur? -le pregunté mientras me comía el ultimo pedazo de bizcocho.
-¿Que si creo en un anciano de barba blanca que vive en las nubes y juzga a los mortales con un código moral de diez mandamientos? ¡Cielo santo, querida Elly, claro que no! Me habría expulsado de esta vida hace años por mi alocada historia. ¿Que si creo en un misterio, en el inexplicable fenómeno que constituye la vida misma? ¿Que si creo en algo más grande que nosotros y que ilumina la inconsecuencia de nuestras vidas? ¿En algo que nos da una razón por la que luchar y la humildad para purificarnos y empezar de nuevo? Entonces sí, sí que creo en él. Es la fuente del arte, de la belleza, del amor, y ofrece la bondad suprema a la humanidad. Esto es Dios para mi. Esto es la vida, y es en esto en lo que creo. (...)
-¿Crees que un conejo podría ser Dios? -le pregunté a Arthur distraídamente.
-No existe absolutamente ninguna razón por la que un conejo no pueda ser Dios.
(Elly y Arthur, páginas 170/ 171)


-Toma -le dije a mi padre entregándole la carta. 
Él dejó la sierra a un lado y se sentó en un viejo sillón cubierto de polvo y virutas de madera. Buscó a tientas sus gafas en los bolsillos repletos de todo menos de sus gafas, hasta que señalé su cabeza y él las bajó hasta sus ojos. Éstos eran los únicos momentos que dejaban entrever su edad: grietas en la armadura de nuestro eterno niño.
(Elly y su padre, página 222)


(...) Nancy dijo algo que se perdió en el masticar (...); dijo algo como "estoy pensando en casarme", y un silencio repentino se extendió en la mesa.
-¿Que? - preguntó mi madre esforzándose en ocultar el horror que reflejaba su voz.
-Estoy pensando en casarme.
-¿Estás saliendo con alguien? -le pregunté yo.
-Ajá -contestó ella llenándose esta vez la boca con pan y un trozo de cangrejo.
-¿Desde cuando? -añadí.
-Desde hace tiempo.
-¿Con quién? -quiso saber mi madre.
Pausa.
-Con un hombre.
-¿Un hombre? -preguntó mi madre, ya sin preocuparse en disimular su horror-. Pero ¿por qué? 
-¡Eh, un momento! -exclamó mi padre-. Que no todos somos malos.
(Elly, sus padres y su tía Nancy, páginas 279/280)


(...) Ella se apoyó contra la pared del exterior e intentó llorar, pero las lágrimas, como la comprensión, estaban atascadas, formaban parte del pasado. Nadie la consoló. Todos tenían una historia de dolor, y la de los demás siempre era peor que la propia.
(Elly sobre Nancy, página 305)


(...) Se volvió hacia mi y sonrió. En aquella época aprendió a sonreír mucho; a sonreír cuando no sabía que decir; a sonreír cuando la amabilidad o el miedo a hacer daño al otro -esas cosas que las familias no tienen en cuenta- surgían entre nosotros.
(Elly sobre Joe, página 344)


-Le pregunté a Charlie si tenía novio.
-¿Y él que te contestó? 
-Me dijo que nunca tuve ninguno, que no se lo ponía fácil a las personas que me querían. ¿Sabes por qué lo hacía?
Sacudí la cabeza.
(Joe y Elly, página 347)



Esto es todo. Espero que se animen a leer el libro y que tengan un lindo fin de mes :)





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